viernes, 21 de junio de 2013

EFT, 11 aspectos a tomar en cuenta.

El orden de los factores sí altera al producto. Si un cliente está bloqueado, la información sólo le servirá para frustrarse más porque no puede ponerla en práctica. Hay que desbloquear primero y crear planes de acción después. De lo contrario, cualquier plan de acción, por bien creado que esté, fracasará.

No es posible hacer EFT a todo el mundo. El terapeuta ha de saber negar el acceso al proceso de EFT a un cliente que no está preparado para entrenarse. Del mismo modo que en un gimnasio se recomienda consultar con un médico en caso de cardiopatía o cualquier otro mal, un cliente con una patología no ha de someterse a un proceso de EFT. Hay que derivarlo siempre al profesional adecuado. De igual modo, si el cliente no confía plenamente en el terapeuta, es preferible no iniciar el proceso.


El presente importa más que el pasado. No es preciso bucear en el pasado del cliente para ayudarle. Todo lo que le está afectando, venga o no de su pasado, está activo y se puede detectar en su modo de comunicarse en el presente. Esto supone un importante ahorro de tiempo y evita tener que volver sobre situaciones dolorosas que el terapeuta no necesita conocer y que sólo sirven para distraer al cliente de su objetivo y aumentar su sensación de ser víctima de las circunstancias.

La suma de coaching,EFT y empowerment agiliza el proceso y multiplica los resultados exponencialmente. La persona descubre qué debe cambiar, sabe mo hacerlo y se siente capaz de lograrlo en el mismo proceso de EFT. La información, que de otro modo sería superficial, se integra de manera inmediata y sin vuelta atrás.

EFT ha de ser sistémico, es decir, tener en cuenta todas las partes del cliente. Es importante que su mente, su cuerpo y sus emociones estén de acuerdo con el objetivo.

Cambiar es fácil si sabes mo hacerlo. Todas las dificultades que asociamos con el cambio son fruto de nuestro desconocimiento de los principios que rigen el arte de cambiar a voluntad. La ignorancia del proceso hace innecesariamente duro el cambio, la información sobre el proceso de cambio permite cambiar de manera sencilla e inmediata.

El cambio no necesita ser lento para ser seguro. El cambio no ocurre en el tiempo, ocurre en la conciencia. El cliente puede alcanzar un eureka” que le lleve a dar un salto cuántico, es decir, un cambio aparentemente espectacular e inmediato, siempre y cuando abandone la idea de que debe “darse mucho tiempo” para lograrlo y se esfuerce por alcanzar lucidez sobre su forma de pensar.

El cambio que propicie el EFT  ha de ser ecológico y sostenible, es decir, ha de respetar el entorno de vida del cliente y ha de poderse mantener en el tiempo. De nada sirve un cambio que no es posible sostener más de una semana. Para que esto ocurra, el cliente debe abandonar el proyecto de cambiar “a base de fuerza de voluntad” y aprender a cambiar “con inteligencia y sin esfuerzo”.

El EFT ha de notarse en los hechos del cliente, no en las palabras del terapeuta. Si el cambio no es visible, el proceso no tiene sentido. Si el cliente no nota el cambio, si su entorno no lo percibe, EFT habrá fracasado por inteligente que fuese su planteamiento.

Hay tantos tipos de EFT como personas.
El terapeuta ha de saber adaptarse a las cualidades únicas de cada cliente y no forzar recetas porque hayan funcionado en otros casos. De ahí que la creatividad y la flexibilidad deban presidir todo proceso verdaderamente eficaz.

El proceso de EFT ha de potenciar la autonomía del cliente, por eso ha de ser breve y buscar la máxima capacitación. No se trata de fidelizar al cliente. Este ha de aprender a volar por su cuenta.


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